El ser humano por naturaleza desea aprender con su curiosidad inalcanzable. Lo vemos de forma natural en la etapa infantil, donde se dice que “somos como esponjas”. Por suerte, esto continua a lo largo de la vida cuando decimos eso de que “nunca te acostarás sin saber una cosa más” y así, conseguimos mejorar nuestra vida diaria.
Internet y el potencial de los TIC nos ha facilitado la posibilidad de poder practicar este aprendizaje a lo largo de la vida, teniendo todo tipo de formación casi al alcance de todos. No obstante, la proliferación de todo tipo de formación ha hecho dar importancia al tema de saber elegir una formación de calidad; conseguir u elegir unos contenidos sólidos de aprendizaje se hace cada vez más difícil.
Pero ese es otro tema que abordaremos en otro post; aquí os queremos hablar de las competencias que mejoramos gracias al aprendizaje constante.
Para comenzar, gracias a la Life Long Learning se mejora la capacidad de adaptación a una sociedad cada vez más cambiante y que cada vez va a una velocidad mayor. Y si contamos con esta capacidad, se consiguen realizar las labores correctamente y se adquieren cada vez mayores responsabilidades.
Con la formación también aumenta la capacidad de motivarse a uno mismo, y eso a su vez ayuda a realizar actividades, trabajos, deberes,… facilitando la consecución de los objetivos tanto personales como profesionales, lo cual nos hace ir siempre hacia delante.
En cuanto a la habilidad de la satisfacción vital o felicidad, podemos afirmar que poseer una actitud optimista, igual que la motivación, ayuda a actuar en la vida de manera constructiva. La persona es más activa cuando se encuentra satisfecho consigo misma y una vez más, la formación ayuda en este aspecto.
En la sociedad actual, uno debe relacionarse con los demás, por lo que contar con las habilidades para ello, es decir, con las habilidades de relación, es importante. Esta competencia encuadra las habilidades de comunicación, de escucha, de saber estar, de empatía,… todas aquellas habilidades que facilitan las relaciones interpersonales. Hoy en día la mayoría de los trabajos exigen además de conocimientos y competencias técnicas, un nivel de competencias sociales y emocionales que afirmen que la persona trabajadora sea capaz de trabajar en equipo o de resolver conflictos interpersonales. Por suerte, contamos con la posibilidad de aprender y mejorar estas habilidades gracias a la formación que podemos ir adquiriendo.
Por tanto, un desarrollo intelectual, personal y emocional a lo largo de la vida puede ir elaborándose uno mismo a través del aprendizaje diario y constante.